Hace solo unas pocas décadas, en la Cali de
1984, se enviaban los correos por la oficina de Adpostal, se consultaban temas
y autores en fichas bibliográficas, las llamadas de larga distancia se hacían a
través de operadora, los escritos importantes se elaboraban en máquina de
escribir, los mensajes que por aquella época tenían el carácter de instantáneos
se dejaban en la oficina de Telecom más cercana, la televisión solo tenía dos
canales: el A y el Uno y las compras se pagaban con dinero en efectivo. No
existía internet, menos la world wide web
y tampoco la telefonía celular. Los computadores personales apenas empezaban a
llegar al país y no había cajeros electrónicos. Solo algunas grandes empresas y
universidades contaban con computadores de enorme tamaño y complejidad cuyas
capacidades de cómputo son hoy centuplicadas por el más modesto computador de
escritorio, pero su complicado manejo los hacía inalcanzables para el común de los
mortales.
En ese entonces, la Universidad de San
Buenaventura, con catorce años de labores, contaba con uno de aquellos exóticos
y exclusivos aparatos de la marca Texas
Instruments. Había implementado actividades relacionadas con las máquinas
de cómputo, especialmente la automatización de la información de registro y
control académico[1] y
se llevaban a cabo talleres de capacitación en programación y operación.
Asimismo, algunas instituciones de educación
superior como la Universidad de los Andes, la Universidad Nacional y la
Universidad Industrial de Santander, entre otras, ya habían implementado
programas de pregrado y posgrado en Ingeniería de Sistemas, al contrario de lo
que sucedía en el Valle del Cauca, donde no se contaba con una propuesta para
formar ingenieros que se ocuparan específicamente del procesamiento de la
información mediante el uso de las máquinas de cómputo.
Fue, entonces, que a partir de esta situación
nuestra universidad, de la mano con un grupo de entusiastas académicos, se dio
a la tarea de diseñar el que sería el primer programa de pregrado en Ingeniería
de Sistemas en el Valle del Cauca, que a su vez significó el nacimiento de la
Facultad de Ingeniería. De esta manera, mediante la resolución 301 del 21 de
marzo de 1983, emanada de la Rectoría General, se creó el nuevo programa que
recibió a sus primeros estudiantes en enero de 1984, algunos de cuyos egresados
serían quienes a través de las tecnologías de la información y las
comunicaciones aportarían al desarrollo tecnológico y social del suroccidente
colombiano.
Actualmente hay más de seiscientos profesionales
en esta rama de la ingeniería, muchos de ellos con excelentes cargos en las más
reconocidas empresas del país, otros como empresarios o en el sector académico
y también están aquellos que han traspasado las fronteras para ejercer su
profesión en el extranjero con indudable competencia.
Así, hoy podemos decir con orgullo que
contamos con un programa académico de la más alta calidad, comprometido con la
generación de conocimientos ajustados a las necesidades del sector productivo y
de la sociedad y sustentado en una sólida concepción inseparable de los valores
humanos, católicos y franciscanos.
[1]. Esta
actividad fue liderada por el doctor Delio Merino, con asesoría del ingeniero
eléctrico Marco Tulio Sánchez, de la Universidad del Valle.
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