Sin fines de lucro. Por qué la
democracia necesita de las humanidades (2010). En este libro, la reconocida
intelectual Martha Nussbaum –formada en la Universidad de Harvard y profesora
de derecho y ética de la Universidad de Chicago– hace una crítica contundente a
la pérdida de importancia de la educación humanista con respecto a una
educación centrada en la formación de profesionales en los ámbitos económico, tecnológico
o científico, en tanto productores de riqueza o al servicio del gran capital.
En sus obras, Nussbaum nos impele a reflexionar acerca del valor del pensamiento
crítico y humanista.
Con esta premisa comienzo mi discurso
de despedida a esta nueva generación de graduandos y plantearles algunos interrogantes
que considero deberían ser motivo de reflexión entre ciudadanos ilustrados: ¿cuál
debe ser nuestro papel frente a la actual crisis global de la economía?, ¿qué
significado tienen los movimientos sociales, liderados en su mayoría por
jóvenes?, ¿cuál podría ser nuestra posición frente a la evidente pérdida de una
ética humanística? Para contribuir con la respuesta, delimitaré específicamente
estas cuestiones y haré una lectura in extenso de Martha Nussbaum, a
manera de homenaje y reconocimiento a esta gran pensadora.
La crisis global de la economía
Durante las últimas semanas, los medios
de comunicación, como si se tratase de una competencia deportiva, han comentado
el alza o la caída de las bolsas de valores a raíz de los problemas económicos que
afronta Estados Unidos. Intentan explicar que estas fluctuaciones económicas –o
volatilidad, como les gusta decir a los economistas– tienen su origen en la
falta de liderazgo de los políticos. En este caso, la culpa sería del
presidente Obama, quien en principio buscaba hacer reformas estructurales que
favorecieran a los norteamericanos más pobres (especialmente en asuntos de
salud, educación y vivienda) y aumentar los impuestos a los más ricos, medidas estas
fuertemente cuestionadas por los republicanos. Ante la evidencia de la crisis, una
medida desesperada terminó por aumentar el techo de la deuda, apoyar al sector
financiero y dejar las reformas para tiempos mejores y ante situaciones como
esta, los mismos medios de comunicación callan a la hora de anotar que las
causas más profundas están precisamente en el campo de la economía y la
especulación financiera. Es decir, las causas de esta crisis que, cabe aclarar,
todavía no ha tocado fondo, son el resultado de decisiones equivocadas de los especialistas
que lideran las principales economías del mundo, del sistema financiero
transnacional y de las instituciones que las regulan.
El interés por privilegiar la ganancia
por sí misma, sin tener en cuenta a los millones de seres humanos que son
despojados injustamente de las condiciones mínimas para vivir y que terminan
por perder su dignidad y mueren de hambre –como el caso reciente y vergonzoso
de Somalia–, ocasiona un desequilibrio que tiende a concentrar los capitales
mundiales en unas pocas corporaciones que deciden arbitrariamente sobre el
futuro de la humanidad. En este modelo, la riqueza de las naciones también está
por encima de los desequilibrios internos. En palabras de Nussbaum: “No
importan la distribución de la riqueza ni la igualdad social. No importan las
condiciones necesarias para la estabilidad democrática. No importa la calidad
de las relaciones de género y de raza […] La meta debe ser el crecimiento
económico” (p. 34).
En este apocalíptico escenario, las
decisiones de los tecnócratas adolecen de falta de ética humanista y a pesar de
la evidente crisis del capitalismo, continúan esforzándose por mostrar los
beneficios del consumo y los avances tecnológicos que en apariencia permiten un
mejor vivir. En este sentido, Nussbaum, aunque no se ocupa directamente del
análisis de la crisis económica, considera que los escollos que enfrenta la
educación están relacionados con la crisis del capitalismo, pues ha dejado de lado
la solución de los problemas estructurales de las sociedades. Al respecto, la
pensadora estadounidense considera que la educación es objeto de cambios
fundamentales que no han sido discutidos suficientemente. Los intereses
económicos dejan de lado los fundamentos de la formación de ciudadanía y si
esta situación se mantiene, en poco tiempo se producirán “generaciones enteras
de máquinas utilitaristas”. Es decir, cada día se deja de educar ciudadanos
autónomos con capacidad para pensar por sí mismos y de forma crítica, ponerse
en el lugar del otro y comprender los sufrimientos ajenos. Según la autora, la
democracia pende de un hilo y al preguntarse por las causas de esta tragedia
anunciada, afirma a modo de respuesta lo siguiente:
En casi todas las
naciones del mundo se están erradicando las materias y las carreras
relacionadas con las artes y las humanidades, tanto a nivel primario y
secundario como a nivel terciario y universitario. Concebidas como ornamentos
inútiles por quienes definen las políticas estatales en un momento en que las
naciones deben eliminar todo lo que no tenga ninguna utilidad para ser
competitivas en el mercado global, estas carreras y materias pierden terreno a
gran velocidad, tanto en los programas curriculares como en la mente y el
corazón de padres e hijos. Es más, aquello que podríamos describir como el
aspecto humanístico de las ciencias, es decir, el aspecto relacionado con la
imaginación, la creatividad y la rigurosidad en el pensamiento crítico, también
está perdiendo terreno en la medida en que los países optan por fomentar la
rentabilidad a corto plazo mediante el cultivo de capacidades utilitarias y
prácticas, aptas para generar renta (p. 20).
Las explicaciones de Nussbaum –una
intelectual formada en la academia norteamericana– en relación con la crisis
global, no son de poca valía, de ahí la importancia de que nuestros egresados
también se comprometan con una idea humanista en la cual la ganancia no sea un
fin por sí mismo.
Las protestas de los jóvenes
inconformes del mundo
No obstante el anterior bosquejo de la
crisis de la educación y de la economía, en los últimos años los jóvenes
comienzan a mostrar su inconformismo frente a las decisiones de los líderes del
capitalismo globalizado y especulativo mediante movilizaciones masivas, de las
cuales vale la pena destacar:
-
Las movilizaciones de los estudiantes e hijos de migrantes en Francia,
en el 2006 y 2007, por la no implementación del CPE (contrato de primer empleo).
-
Las protestas callejeras de los jóvenes griegos en contra de las medidas
que buscaban salvar la economía mediante fuertes recortes sociales y ajuste
fiscal.
-
El movimiento de los indignados en España, liderado por jóvenes cansados
de no tener empleo.
-
Los recientes disturbios en Londres que igualmente demuestran el
inconformismo juvenil.
-
Las movilizaciones de los estudiantes en Chile por la vuelta a una
educación pública y en contra de la educación como negocio y de las universidades
con ánimo de lucro (que pretendió implantar el gobierno colombiano, por medio
de la reforma a la Ley 30).
-
Los sucesos políticos del Oriente Medio que evidencian una lucha por la
democracia.
-
Los ataques de los hackers (como Anonymus) a las redes de
las principales instituciones del mundo que simbolizan la autoridad: los
gobiernos, los sistemas financieros, los ejércitos y los servicios secretos,
entre otros.
Todos estos acontecimientos demuestran
que estamos ante un movimiento social de carácter global liderado por los
jóvenes que evidencia un descontento global necesario de estudiar y comprender
en términos sociológicos y políticos.
En principio, con Nussbaum podríamos
responder que estas protestas son el resultado del cansancio y hastío de los
jóvenes frente a un futuro incierto y los escasos componentes humanistas que se
filtran en los sistemas educativos o de información alternativos logran crear
en ellos un pensamiento crítico que los faculta para tomar distancia frente a
la homogenización y el consumo desaforado. Hay esperanza, sin duda, pues las juventudes
todavía tienen capacidad de autocrítica y de ponerse en el lugar del otro.
El pensamiento crítico y la formación
humanista permiten formar un ciudadano comprometido con la democracia y sus
conciudadanos. Por ello, Nussbaum nos invita a defender y propiciar escenarios que
fortalezcan una enseñanza centrada en la compresión, elemento clave en las
concepciones modernas de una educación para la democracia y comprometida con el
pensamiento crítico.
Por una ética humanista
Ante la pérdida de la ética humanista que
se manifiesta en el cada vez más insalvable desequilibrio social y ecológico,
Nussbaum nos recuerda que la educación humanista debe cultivar las siguientes
aptitudes:
-
La aptitud para reflexionar sobre las cuestiones políticas que afectan a
la nación, analizarlas, examinarlas, argumentarlas y debatirlas sin deferencia
alguna ante la autoridad o la tradición.
-
La aptitud para reconocer a los demás como personas con los mismos
derechos que uno, aunque sean de distinta raza, religión, género u orientación
sexual y de contemplarlos con respeto, como fines en sí mismos y no como medios
para obtener beneficios propios mediante su manipulación.
-
La aptitud por la vida de los otros, de entender las consecuencias que
cada política implica para las oportunidades y las experiencias de los demás
ciudadanos y de las personas que viven en otras naciones.
-
La aptitud para imaginar una variedad de cuestiones complejas que
afectan la trama de una vida humana en su desarrollo, fundándose en el
conocimiento de un abanico de historias concebidas más allá de un simple
conjunto de datos.
-
La aptitud para concebir la propia nación como parte de un orden mundial
complejo en el que distintos tipos de cuestiones requieren para su solución, de
una deliberación transnacional e inteligente.
Mis estimados graduandos. Como se
habrán dado cuenta, muchos de estos principios identifican la tradición
franciscana y esperamos que formen parte de su vida como profesionales bonaventurianos.
Santiago de Cali
Álvaro Cepeda van Houten, OFM
Rector
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