Por un año más, la universidad de San
Buenaventura Cali hace entrega de las menciones de honor y de las becas a
aquellos estudiantes que se han destacado por obtener los más altos promedios
en la evaluación de su rendimiento académico al finalizar el primer periodo
lectivo del año 2008. Soy consciente de que esta es solo una manera de premiar
el esfuerzo y dedicación de nuestros mejores estudiantes.
Esta tarde quisiera referirme de manera
breve a dos aspectos fundamentales de nuestra vida académica. En primer lugar,
al Proyecto Educativo Bonaventuriano –nuestra hoja de ruta como me gusta decir–
formula en su misión el compromiso que la Universidad tiene con la alta
calidad. Dice así: “La Universidad de San Buenaventura es una institución de
educación superior que desarrolla y presta servicios de alta calidad, para
satisfacer las necesidades de la sociedad”.
Sin embargo, las cosas van más allá. En
el acto de autodefinirse, la Universidad de San Buenaventura señala sus tres
dimensiones substanciales: su ser universitario (ante todo), su ser católico y
su ser franciscano.
Con relación a su ser universitario,
que parece lo más pertinente a tratar en este momento, dice:
La Universidad de
San Buenaventura considera fundamentales en su acción, la búsqueda constante de
la verdad; la actividad creadora; el análisis serio y objetivo de la realidad;
el rigor científico y el valor intrínseco de la ciencia y de la investigación,
el examen crítico de los conocimientos y la aplicación de los mismos al
desarrollo de la comunidad.
Les propongo que glosemos el párrafo anterior
para poder extraer de él toda su riqueza:
a.
Nos dice en primer lugar, que la universidad está comprometida con la
búsqueda constante de la verdad en el sentido de su acepción griega, aletheia, que quiere decir acción de
desvelar, de descubrir y de desocultar. De esta manera partimos siempre de un
principio epistemológico: la verdad siempre está detrás de lo que aparece ante
nuestros sentidos. Este criterio científico de la sospecha lo sembramos desde
un comienzo en la mente y el corazón de nuestros estudiantes.
b.
También les hacemos ver que existen otros ámbitos donde se da la verdad.
El dominio de la verdad práctica (lo técnico, si ustedes prefieren) es saber
hacer algo –como el carpintero que hace una linda mesa– y el ámbito de lo ético
el del hombre que sabe construir su propia vida. Es en este último donde
emergen con fuerza los sentimientos, el dolor y la búsqueda de los valores. Si
nos quedáramos solo con la mera verdad científica, correríamos el riesgo de ser unas “pobres
criaturas” y en este sentido también acompañamos a nuestros estudiantes a enfrentar
el cambiante mundo actual.
El segundo aspecto al que me quiero
referir y que tiene relación con mi proyecto de gestión como lo he dicho en
otras oportunidades, es el siguiente: el centro de la Universidad de San
Buenaventura, su razón de ser, el primer elemento, es el estudiante; no el
maestro ni el directivo o el trabajador. Todos estamos aquí para acompañar a ese
joven que toma en sus manos la responsabilidad de educarse y de formarse. No podría
concebir una universidad con una frontera radical que separe los que aprenden de
los que enseñan.
Con esto hago referencia a un modelo
educativo que busca que el educando y el mismo centro educativo orienten todas
sus actividades hacia lo que se aprende y no hacia lo que se enseña. Creo firmemente
que solo así podremos adaptarnos a las reformas que está viviendo nuestra
sociedad colombiana y de manera más inmediata nuestro entorno vallecaucano.
Me la juego por los jóvenes. Ellos más
que nadie podrán construir la nueva Colombia que todos estamos soñando.
Guiado por el espíritu franciscano, felicito
a todos los que han obtenido sus menciones de honor y sus becas y los exhorto a
seguir adelante.
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