Saludo de fin de año (2011)



“Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol:
(…) tiempo de plantar, tiempo de cosechar;
(…)tiempo de llorar, tiempo de reír;
(…) tiempo de callar, tiempo de hablar”.

Libro del Eclesiastés (Qohelet)

Estimados estudiantes, docentes, trabajadores y personal administrativo y directivo de la Universidad de San Buenaventura Cali, nos acercamos al final del año 2011 y con ello se nos ofrece una inmejorable oportunidad para reflexionar y hacer una evaluación de lo vivido, lo realizado y lo que queda por hacer.

Independientemente de la opinión que nos hayamos formado de los hechos, resulta innegable que el 2011 fue el año de los jóvenes. La primera imagen que se me viene a la mente en este momento son los miles de jóvenes españoles, luego llamados “los indignados”, que el 17 de mayo empezaron a llegar a la Puerta del Sol, en Madrid. Era clara su decisión de hacerse ver y escuchar, pero –sobre todo– de encontrarse y reconocerse porque ya en ese momento la virtualidad y las redes sociales no eran suficientes para expresar su malestar y temores. Lo de Madrid fue el inicio, luego marcharon los de Barcelona, los de Londres, los de Roma, los de New York (en Wall Street), los de Washington, los de Jerusalén y Tel Aviv, los de Santiago y los de la mayoría de las ciudades colombianas.

Sus peticiones son diversas; sin embargo, las podríamos resumir en una sola: los jóvenes se niegan a dejar sus vidas y el destino del mundo en manos de la voracidad de los mercados y del mundo financiero. Algo similar ha dicho nuestro Papa Benedicto XVI durante su visita a la República de Benín (África), advirtiendo al mundo sobre el peligro de la “sumisión incondicional a las leyes del mercado y de las finanzas”.

Todo lo anterior parece indicarnos que llegó la hora de recuperar el humanismo, de volver a poner al ser humano en el centro de la ciencia, de la tecnología y de los mercados. El humanismo que acompañó el desarrollo de la universidad desde el ya lejano siglo XIII parece haber sido expulsado de ella, en aras de la necesidad de mostrar resultados medibles y contables. Los jóvenes con sus marchas y acampadas nos recuerdan este compromiso sustantivo que la universidad tiene con la sociedad. No podemos dejar todo en manos de los mercados y de una ciencia cada vez más deshumanizada, en tanto que esta se niega a tener en cuenta las cuestiones fundamentales del ser humano: la educación, la salud, el trabajo, el respeto a la dignidad de todos los seres humanos, la inclusión y, especialmente, la solidaridad.

Creo, sinceramente, que estos movimientos juveniles más que inspirarse en la desilusión y el desencanto, lo hicieron en el íntimo deseo de las nuevas generaciones de vivir en un mundo menos egoísta, menos materialista, menos desigual. Un mundo en el que se dé prioridad al ser, más que al hecho de tener. Un mundo en el que la grandeza del corazón sea más importante que el saldo de la cuenta bancaria. Un mundo en el que importen más los nombres y las acciones de las personas que las marcas prestigiosas que usen. Y lo que como educador me llena de esperanza, un mundo en el que se priorice para las mayorías una educación de calidad.

Por otra parte, y pasando de lo global a lo más local, nuestro balance como Universidad de San Buenaventura Cali es muy positivo gracias al trabajo de todos ustedes. No hubo uno de nuestros docentes, trabajadores, funcionarios y estudiantes que no diera lo mejor de sí y de su tiempo para alcanzar las metas que nos propusimos. Se lograron muchas cosas, sin embargo, sólo nombraré algunas, aquellas que podríamos definir como más académicas, obviamente sin olvidar lo mucho que hemos avanzado en la implementación de nuestro sistema de gestión de la calidad. Obtuvimos Acreditación de Alta Calidad para nuestros programas de Psicología y Licenciatura en Educación para la Primera Infancia, lo que nos acerca más a nuestra meta de la acreditación institucional.

Obtuvimos también registro calificado para dos nuevos programas de pregrado: Gobierno y Relaciones Internacionales y la Licenciatura en Lengua Castellana. En los programas de posgrado se obtuvo los registros calificados de las maestrías en Arquitectura, Ingeniería: Biotecnología y Administración Financiera, esta última en convenio con EAFIT. Igualmente, de las especializaciones en Gestión Portuaria y Marítima, Psicología de la Salud Ocupacional, Evaluación en Logros del Aprendizaje, Educación Religiosa Escolar y Educación en Contextos de Interculturalidad.

Para terminar, no puedo pasar por alto la Navidad y el Año Nuevo, pues por estos días el aire está lleno de su espíritu. Siempre, para estas fechas y de manera inevitable, recuerdo mi infancia. Allí reposan mis más bellos recuerdos. Por cierto, hay un texto bíblico que desde aquella época me transporta al mundo bucólico que rodeó el nacimiento del Mesías. Es el evangelio de San Lucas, que dice:

“Un ángel se le presentó a un grupo de pastores que cuidaban los rebaños a la intemperie. Era, sin lugar a dudas, una noche fría y todo estaba en calma. El ángel les traía un mensaje de parte de Dios, la más grande de las noticias y por lo tanto no debían tener ningún temor: Hoy les ha nacido en la ciudad de David el Salvador, el Mesías y Señor. Esto les servirá de señal: Encontrarán un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.

Y todos estos recuerdos siguen pasando mientras miro las luces de colores que se prenden y apagan llenando de alegría nuestro modesto pesebre franciscano. Entonces pienso en ustedes, hombres y mujeres que me acompañan en esta tarea de ofrecer una educación de calidad, en sus familias, en sus hogares, en los días vividos durante este año. También pienso en nuestro querido país y en nuestros compatriotas y me resulta natural repetirles una vez más lo anunciado hace dos mil años: “¡Gloria a Dios en lo alto y en la tierra paz a los hombres que él ama!”.

Fray Álvaro Cepeda van Houten, OFM
Rector

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