El hoy y el mañana: un futuro con esperanza


Mis queridos egresados…

Como es habitual en esta ceremonia tan especial para todos nosotros, quiero compartir con ustedes algunas reflexiones que nacen de los hechos más significativos ocurridos en este período. Para ello, empezaré recordándoles la obligación que tenemos como ciudadanos y como profesionales de conocer y comprender los problemas más acuciantes y complejos de nuestra sociedad contemporánea y asumir una actitud proactiva frente a estos, ya que amenazan con transformar profundamente nuestra forma de relacionarnos y, lo más peligroso aún, con destruir nuestro medioambiente.

Hoy, las cifras que intentan medir los avances científicos, tecnológicos y de desarrollo humano, infortunadamente, nos dan la razón.

Según datos de la FAO, en el mundo hay 1.020 millones de personas en peligro de morir por hambre; otras 1.400 millones no tienen acceso a fuentes de agua y 2.600 millones más toman agua insalubre. Acabar con el hambre y la pobreza de millones de desarraigados y excluidos del mundo debería ser un imperativo categórico; especialmente hoy, cuando sabemos que con la capacidad de producción de alimentos se podría alimentar dos veces a toda la población mundial.

Para Oxfam Intermón –ONG que se especializa en investigar y dar respuesta a los problemas de pobreza e inequidad los 85 hombres más ricos del planeta acumulan todo el capital que representan las pocas pertenencias de 3.570 millones de pobres en el mundo… casi la mitad de la población global. A esta inequidad hay que sumarle los problemas del medioambiente, que amenazan con ampliar la brecha y, como consecuencia del calentamiento global, aumentar en unos cuantos millones más el número de pobres que no tendrían acceso a los alimentos y al agua.

En este panorama, no podemos dejar de considerar la incapacidad de los gobiernos elegidos democráticamente para regular la avaricia de los sectores más poderosos de la economía mundial y la depredadora producción tecnológica, lo cual evidencia la existencia de corporaciones transnacionales que están por encima de ellos. Hoy, por acuerdos y regulaciones del comercio y la banca mundial, los estados nacionales se encuentran a merced de los poderosos del mundo, quienes a pesar de no ser elegidos democráticamente inciden en la autonomía de las naciones.

Otros acontecimientos que enmarcan el pesimista mundo de hoy, son:

       La no ratificación del Protocolo de Kioto, realizado hace dos años en Doha, Catar, por parte de Japón, Rusia, Canadá y Estados Unidos (que busca la regulación de las emisiones de gas carbónico). Sabemos que no lo apoyan porque sus economías y su producción industrial están soportadas en una tecnología que se mueve por medio de los combustibles fósiles, los mayores productores de CO2.

       Las guerras étnicas y religiosas del Medio Oriente –asociadas al control territorial y a la expansión de las corrientes más intransigentes de todos los bandos enfrentados– nos recuerdan que no hemos avanzado mucho en el respeto a la diversidad cultural y al pluralismo religioso. Las terribles epidemias del ébola y del sida, que se ensañan con los más pobres; el resurgimiento de enfermedades ya erradicadas por el hombre y la mutación de bacterias que las vuelve inmunes a los antibióticos, debe ponernos sobre aviso de la fragilidad de la vida y nuestro compromiso y deber de cuidarla.

       Los millones de desplazados que traspasan fronteras en búsqueda de un refugio o de una opción laboral y que mueren en su intento, como ocurre con los africanos en el Mediterráneo o con los niños y mujeres centroamericanos en México, que además son objeto de vejámenes, nos demuestran que la mentada globalización y caída de las fronteras nacionales solo funciona para los capitales trasnacionales (hoy conocidos como “golondrina” o “buitres”), las mercancías y obviamente para los dueños del capital.

   Las crisis económicas de países como España, Argentina o Venezuela, por solo mencionar unos ejemplos cercanos, aumentan las riquezas de algunos en otros territorios y latitudes a costa de los recursos nacionales. Desde la crisis económica mundial del 2009, el 95 % de las ganancias en Estados Unidos se ha concentrado en el 1 % de la población, según los mismos estudios de Oxfam Intermón.

En fin, las hambrunas, las enfermedades y la inequidad social y económica deberían ponernos a reflexionar sobre el futuro de la humanidad y buscar salidas equilibradas para lograr vivir en un mundo en paz.

En este sombrío pero realista escenario mundial, Colombia también es víctima de los mismos males. Desde que se mide la concentración de la riqueza, nuestro país ha ocupado uno de los primeros lugares. El desplazamiento, como consecuencia de nuestra endémica violencia, también nos pone en no honrosos primeros puestos. Con respecto al medioambiente, la constante contaminación de nuestros paradisiacos ríos y la desertización y deforestación de hermosos parajes, dan cuenta del mal trato que les prodigamos. Eso, sin contar con la corrupción, el clientelismo y el robo descarado del presupuesto nacional y las pingües ganancias de los sectores bancario y bursátil, que los ubican entre los más rentables del mundo.

¡Bueno! A pesar de este crudo y desolador paisaje, creo que hay esperanza… creo en un mañana más equilibrado… más humano.

Martha Nussbaum, premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, nos recuerda que para construir una sociedad donde el desarrollo humano esté centrado en el respeto al pluralismo cultural, religioso y étnico, se requiere perfeccionar aún más los indicadores que miden la concentración de la riqueza y comprender que esta no se puede valorar solo en términos de ganancia. Insistía en la apremiante necesidad de defender las libertades y la autodeterminación de los pueblos y crear un sistema económico equitativo que dignifique la condición humana y permita que la sociedad en su conjunto construya nuevos referentes culturales inclusivos. Propuesta que considero –como cristiano y franciscano– debe estar centrada en el amor que Jesucristo nos dio para poder vivir solidaria y dignamente.

En otra ocasión, y en este mismo escenario, leíamos con más detenimiento la propuesta de Nussbaum. Hoy sólo quiero hacer alusión brevemente a otro elemento que ella reivindica: la necesidad de que la educación vuelva por los fueros de lo mejor de la tradición humanista.

En este sentido, mi invitación está dirigida a que como egresados bonaventurianos no olviden la importancia de asumir una actitud comprometida con los espacios laborales en los que ejercerán sus profesiones; sin embargo este compromiso no puede estar por encima de los principios morales en los cuales fueron educados en sus casas y que en nuestra Universidad fortalecimos y llenamos de contenido humanista.  

Recordemos una vez más los fundamentos de la ética humanista de Nussbaum, como una posible respuesta al hoy y una esperanza para el mañana:

        Reflexionar en torno a los problemas políticos de nuestra nación.

       Reconocer a los otros como iguales, a pesar de sus diferencias sociales, económicas, culturales, étnicas, religiosas y respetar las concepciones políticas, sin manipulaciones ni maquinaciones.

   Entender las consecuencias de las decisiones personales a la hora de proponer condiciones que pueden afectar la dignidad de otros.

       Tener presente que no estamos solos en el mundo; que nuestros vecinos, compañeros de trabajo, paisanos, habitantes de otros países, también tienen los mismos derechos para vivir dignamente en el mundo, como nosotros lo deseamos.[1]

Para finalizar, al leer una entrevista a Noam Chomsky, a propósito de la guerra y la paz en Colombia, me enteré que había estado en el país varias veces y que en el año 2012 fue objeto de una ceremonia en las montañas del Cauca por parte de los indígenas Nasa, con el fin de hacerle un homenaje a la memoria de su esposa que por aquellos días había muerto.

De esta entrevista me llamó particularmente la atención su convicción de que la paz en Colombia es posible y que América Latina está en un proceso de liberación y despertar social que de alguna forma se opone a la forma tan irracional como estamos destruyendo el mundo. En este escenario, los jóvenes, particularmente los estudiantes, juegan un papel protagónico:

Históricamente los estudiantes alrededor del mundo han estado a la vanguardia de las luchas sociales que han conducido a sociedades un poco más civilizadas. Existe una razón. Ellos están en el momento de la vida de máxima libertad. Ya no están bajo el control familiar y todavía no están bajo el dominio del sistema económico que nos fuerza a convertirnos en sus esclavos. Así que tienen libertad para pensar, para averiguar quiénes son, para hacer cosas.

Mi llamado es que ese espíritu juvenil que sueña con un mundo posible no se pierda en el mar del trabajo y del consumo y que tampoco se deje abrumar por ese escenario global que pinté tan desesperanzador. Como franciscano y creyente, considero que hay esperanza y que es posible encontrar una salida. Siempre y cuando exista por parte del ser humano la intención de pensar que es factible construir un mundo donde todos tenemos cabida y somos iguales ante Dios y los hombres.

Fray Álvaro Cepeda van Houten, OFM
Rector
Universidad de San Buenaventura Cali
26 de agosto de 2013


[1].  NUSSBAUM, Martha (2010). Sin fines de lucro. Por qué la democracia necesita de las humanidades. Buenos Aires: Katz. p. 48.

Testimonio de una investigación innovadora



Para la comunidad bonaventuriana es motivo de alegría y celebración dar a conocer los resultados de las investigaciones adelantadas por un cuerpo de profesores comprometidos con su labor docente e investigativa. Este logro es el resultado del continuo interés por seguir posicionando académica e intelectualmente nuestra alma máter en la región del Valle del Cauca, en un diálogo con la nación y lo global.

Ahora bien, la diversidad, la originalidad y la innovación de las publicaciones que en esta ocasión se presentan son el mejor testimonio del esfuerzo intelectual de los profesores bonaventurianos y, a la vez, son una invitación a continuar apostándole a una academia identificada con el pensamiento crítico y humanista.

Ciertamente, en una lectura transversal, y si se quiere un tanto desprevenida, de los textos que hoy se presentan encuentro que la diversidad y la pluralidad de las investigaciones reflejan efectivamente que la Universidad de San Buenaventura Cali es fiel a sus principios franciscanos: amor por la naturaleza, respeto por la diferencia y compromiso con el pensamiento científico, crítico y humanista.

Hoy, en este grato, simbólico y necesario rito de presentación, considero oportuno hacer unas breves referencias a una de nuestras tradiciones más queridas y luminarias: Guillermo de Ockham y su propuesta de hacer del pensamiento científico una ciencia de la sofisticación. Este pionero de la filosofía moderna nos recuerda que para poder comprender la naturaleza, la sociedad y al hombre es una obligación hacerlo por medio del uso de la razón y de la observación juiciosa y rigurosa de los hechos.

Guillermo de Ockham veía en la voluntad del hombre una cualidad fundamental para vislumbrar los designios de la naturaleza, de la sociedad y del espíritu. En efecto, encuentro e intuyo que este llamado está presente en la mayoría de las publicaciones hoy presentadas.

También, en esta mirada de los textos compilados, es evidente que existen unos ejes problemáticos que demuestran la pertinencia, compromiso social y coherencia de nuestra apuesta investigativa. Por ejemplo, y aún a riesgo de dejar por fuera alguna de las temáticas, pero con el ánimo de evidenciar la diversidad y originalidad de las publicaciones, destaco que el estudio del café, el plátano, el cuy y la productividad en el mundo rural, son objeto de la investigación bonaventuriana.

En la ciudad, el desempleo, la informalidad, la ciudadanía, el paisaje arquitectónico, el ordenamiento territorial y las formas de vestir y de consumir, son preocupaciones de los profesores. En el mundo empresarial, la competitividad, la gestión, la innovación tecnológica, el capital humano y el mejoramiento de procesos, de las pequeñas y grandes empresas, también están siendo pensadas en la Universidad.

En el campo de la educación sobresale el análisis de la política pública, de las nuevas formas de entender y asumir la pedagogía y sus impactos cognitivos y pedagógicos; de reconocer y visibilizar las diferentes experiencias a la hora de enfrentarnos a esta magna labor en el aula.

Otros temas que demuestran nuestra amplitud, pluralismo y presencia en todos los campos del saber y de la condición humana, hacen referencia a las subjetividades, al goce, al amor, al misticismo, a la creencia, a la historia, a la memoria, a las identidades y a la deconstrucción de los sujetos; a los avances en el campo de la tecnología y la experimentación científica.

En fin, este glosario investigativo es un testimonio de los peregrinajes por la investigación social, educativa, jurídica, arquitectónica, lúdica, empresarial, tecnológica, política, ética y estética de la comunidad bonaventuriana.

Las anteriores temáticas y problemas de investigación logran ser plasmadas por la comunidad académica en unos textos que requirieron del esfuerzo intelectual de sus autores. Un logro que se convierte en un reto para sofisticar y problematizar aún más lo hecho hasta ahora.

En este camino de pesquisa, de la lectura crítica y humanista, resulta adecuado recordar, una vez más, la invitación de Guillermo de Ockham a expresarnos verbal y gráficamente de forma sencilla. Hoy, más que nunca, este ejemplo es válido en su método y su propuesta de hacer de la ciencia un principio que permita comprender los fenómenos sociales y físicos de forma clara, precisa y sencilla. Lo contrario es mera especulación, en palabras de Ockham.

Finalmente, no sobra reiterarle a todos los bonaventurianos a que lean apasionada y críticamente los libros escritos por sus compañeros. Además, los invito fraternalmente a que reseñen, usen y den a conocer estas publicaciones en sus labores docentes e investigativas. Una invitación dirigida a continuar con nuestra tarea de seguir fortaleciendo la comunidad académica y avanzar en la construcción de una cultura de la investigación

¡Sea, pues, esta invitación nuestro nuevo reto!


Álvaro Cepeda van Houten, OFM

Palabras de Silvio Lerer - diplomado Conciliación


Diplomado en Técnicas de Resolución de Conflictos
Palabras del doctor Silvio Lerer. 05/junio

Queridos amigos: estoy en este momento a más de 5.000 kilómetros de distancia: en un día algo frio y nublado de una ciudad cosmopolita y populosa. Estoy sentado frente a un computador, escuchando una melodía que me trae cierto sosiego en el medio de la jornada de trabajo.

También estoy, gracias a la imaginación, con todos ustedes en ese bello rincón de solidaridad y construcción de la paz que es la Fundación Paz y Bien, que preside la hermana Alba Stella Barreto Caro, allí en el Distrito de Aguablanca, en el sud-oriente de la ciudad de Santiago de Cali, Colombia, donde ese grupo maravilloso de personas, que tuve la alegría de conocer, le ayudan a la hermana, con una generosidad y un amor digno de todos los elogios, a construir un mundo mejor para los que nada tienen.

También estoy con el corazón, en esta ceremonia en la Universidad de San Buenaventura Cali, donde mis queridos amigos de ese Distrito van a recibir del señor Rector y de sus autoridades, sus diplomados en Técnicas de Resolución de Conflictos, que tuve el honor de conducir en su parte presencial. Por eso también estoy cerca de todos ustedes para felicitarlos por el trabajo realizado que hoy se ve coronado con la graduación.

Cuando volví a la Argentina, luego de mi presencia en la amada Colombia, me tomé unos días, pocos, claro, para reflexionar sobre lo que había vivido en esas tres jornadas que compartí con todos ustedes. Me parecía que algunos sentimientos y percepciones me los tenía que guardar, pues el solo contarlo a terceros que no los habían vivido no me hubiera permitido transmitir cabalmente lo que yo había sentido. Aprendí hace mucho que hablar no es lo mismo que transmitir. Hay circunstancias en la vida que por su efecto conmovedor y emocionante no se pueden traducir cabalmente en palabras. El primer día que volví, me senté a escribir unas líneas que sobre esta experiencia debía pronunciar en una Comisión del Colegio Público de Abogados de la Ciudad de Buenos Aires, en la Comisión de Abogados por la Paz y la No Violencia, que integro, y me encontré con la página en blanco frente a mis ojos por largos minutos. Y me vino a la memoria una experiencia que tenía borrada.

Hace muchos años trabajaba como abogado de una gran empresa multinacional: hacía poco que me habían transferido a ella, desde otra empresa del mismo grupo y días antes de la transferencia había muerto mi madre, una de las máximas tragedias que vivimos los seres humanos. Mi dolor que aún perdura era inmenso, pero tuve que cumplir con una obligación profesional, que era la de recibir a un abogado norteamericano de mi misma compañía que venía a conocerme. No era un viaje social ni mucho menos. El gran “patrón” quería tener de primera mano, una impresión de quién era ese abogado argentino que manejaría los problemas legales de su afiliada local. Eso me obligó a atender a este colega, y entre otras cosas, ya en el plano social, a llevarlo a ver un espectáculo musical, cuando mi corazón lloraba, cuando aun no se habían secado las últimas lágrimas que derramé.

Cuando tomé más confianza con el abogado norteamericano, le conté lo que me estaba pasando: había perdido a la persona que más había amado en la vida hacía muy poco, y me sentía muy ajeno al espectáculo frívolo que estábamos presenciando. Pero volqué ese dolor en inglés, y sentí que al pasarlo a otro idioma, que no era el mío, mi mensaje se iba desmereciendo, que era imposible traducir y al mismo tiempo traducir el sufrimiento que tenía. No lo dije pero así lo sentí. Hay sentimientos que no se pueden transmitir y si intentamos hacerlo en un lenguaje racional (en este caso el de otro idioma) sentimos que estamos cometiendo una suerte de traición. Disfrazando una tragedia con palabras prestadas.

Hablar de la experiencia de Aguablanca en ese primer instante fue una circunstancia en parte comparable, había muchos sentimientos en juego y ponerlos en palabras, racionalizarlos, como los hace un estudioso, con un discurso técnico y objetivo, aunque fuere en español, era un empeño casi imposible: ¡tanto me había pasado esos días que estuve con ustedes!

Durante algunos años enseñé la materia de los métodos alternativos para la resolución de conflictos, y en particular la mediación y sus técnicas por todos los caminos de mi país, ante públicos muy variados y con un gran entusiasmo. Descubrí que mi voz llegaba a las audiencias, que mis palabras impactaban en la vida de los otros de un modo sorprendente.

Difundía una técnica, convencía, seducía, generaba emociones, trascendía de la tarea docente habitual para introducirme en el alma de públicos numerosos y atentos. Sin embargo, en la privacidad, cuando me quedaba solo en los hoteles, y el eco de los aplausos y las adhesiones se silenciaba, yo sentía que al no practicar la mediación personalmente, al no vivenciar lo que yo difundía, era una suerte de impostor: alguien que enseñaba teorías que no había aplicado aún en la práctica. Malraux había puesto en boca de uno de los personajes de su libro La condición humana una frase que me atormentaba: “las ideas hay que vivirlas”. Cometía, a mi juicio y para mi conciencia, una suerte de estafa intelectual. Era como el médico excedido de peso que te recomienda hacer una dieta para adelgazar.

La primera vez que pude mediar en un conflicto, en el instante en que sentí que podía ayudar a los demás a entender lo que les pasaba y a dar a esa historia que los enfrentaba otro significado que permitiera salir del atolladero del conflicto, me sentí más auténtico, menos teórico, más útil y consecuente con mis pensamientos: en otros términos más cerca del dolor de las personas. Y con ello me sentí más humano. Entonces dije una frase que mis colegas, profesores con muchos años de enseñanza del Derecho tildaron de exagerada: mediar en un conflicto es contribuir con un granito de arena a la paz. Hasta llegué a decir que la mediación como mecanismo de resolución de conflictos no era una alternativa al juicio de los tribunales sino una alternativa a la violencia. Mis colegas dijeron entonces que “esas son tus frases grandilocuentes, eres como un personaje de una ópera, o como se dice en inglés “bigger than life” o sea más grandes que la vida, por lo exagerado.

Muchos años después he confirmado lo que decía. Y precisamente me encuentro abocado al estudio de la violencia, materia inabarcable si la hay, y a su transformación pacífica.

Los participantes de este diplomado venían por el contrario, en su mayoría con una experiencia práctica, invalorable: algunos de enfrentar la problemática, la conflictividad de una niñez y una adolescencia desvalida y vulnerable o la de familias muchas veces disfuncionales atravesadas por la violencia que era interna en el seno no tan privado de sus humildes y reducidas viviendas, y externa por el contexto social y económico que las enmarcaba.

También encontré personas comprometidas con el drama de la vejez desamparada y sus descendencias diezmadas por la violencia y la consecuente expulsión de sus lugares de origen. Asimismo había profesionales de la psicología, el derecho y el trabajo social, con miles de millas de vuelo en la atención de la conflictividad humana. Y como contraste, algunos jóvenes sacerdotes, seminaristas y postulantes al sacerdocio, todos con una vocación por ayudar a los que menos tienen, que a este “viejo guerrero de la paz”, como me considero, le parecieron conmovedores.

Conocer de vuestro trabajo, de las historias que cada uno traía al curso, fue una tarea casi imposible. Yo debía desarrollar un programa y recabar información, compartir experiencias: hacer docencia en grado puro; esto es, enseñar y aprender.

En esas largas jornadas tenía la bella misión de convertir el aprendizaje que ustedes traían en técnicas y hacerlo de un modo lúdico y agradable, y a la vez absorber todo lo que cada uno de los participantes me transmitía. Lo mismo he tenido que hacer leyendo los trabajos de campo que han preparado como parte de la carga horaria del diplomado.

Ustedes me han enseñado mucho, y yo apenas les dejo unas herramientas, unas técnicas, una caja de habilidades para tratar el dolor allí donde sangra, para curar las heridas allí donde duelen, para ayudar a los que nada tienen, para generar un proyecto de vida de menores vulnerables, para contener y encauzar a familias, a mujeres, a ancianos a superar situaciones de oprobio, persecución y violencia. En suma, para devolver a las personas su autoestima, su dignidad y su valor.

El Distrito de Aguablanca y la Fundación Paz y Bien, con la hermana Alba Stella a la cabeza, me dan dado una lección de humildad, me han enseñado que la construcción de la paz pasa por la justicia, por el trabajo, por la defensa de la igualdad de género, por la lucha coherente y dedicada contra tantos factores negativos que generan la violencia. He sentido en carne propia porque lo que ustedes hacen y padecen me llegó profundamente al corazón, lo que significan las fronteras artificiales que se usan para separar y dividir a los seres humanos, la miseria que saca del hombre lo peor pero también los sentimientos más excelsos. He podido entender mejor el significado de la marginación, de la exclusión, la discriminación, las adicciones favorecidas por ese estado de cosas, la delincuencia y la criminalidad exacerbados por una sociedad injusta, profundamente desigual, impiadosa y sorda al clamor de las multitudes desamparadas. Una sociedad de indiferentes. Esa indiferencia que al decir de Aurelio Asteta, es una forma de complicidad.

También he aprendido de ustedes que hay algo más fuerte que todo eso, algo que va mas allá de las fórmulas, las frivolidades y las vanalidades; una forma de amor que no conoce fronteras, que no admite diferencias de color, origen, etnia, género, edad, origen, nacionalidad o estrato social o económico. Ustedes y la hermana Alba Stella al frente, son un ejemplo que la condición humana sabe sobreponerse a las bajezas y a las injusticias de un mundo desigual y egoísta. De cómo la solidaridad de las personas unidas en la obtención de un fin formidable permite construir las bases de un futuro mejor. Ustedes dan testimonio a diario que el amor cura y alimenta, educa y transforma… en suma, que la paz es posible.

Queridos amigos de Aguablanca: felicitaciones por este logro del diplomado, felicitaciones por toda la fuerza y la voluntad, por vuestra calidad como personas que quieren a la gente, por vuestra entrega a la causa más justa y más hermosa del hombre: aquella que unifica la paz con el amor.

Sigan perseverando en el estudio de todo lo aprendido. Aprovechen todas las oportunidades que tengan para perfeccionarse. Continúen la lucha. Sean felices.

A la hermana Alba Stella mis respetos y reconocimientos y mi enorme admiración
A la Universidad de San Buenaventura Cali, al padre Rector, a sus autoridades, a su Departamento de Proyección Social, muchísimas gracias por la oportunidad que me han brindado de estar en Aguablanca.

Los respeta y los quiere.

Doctor Silvio Lerer
Buenos Aires


Palabras de apertura Seminario “Medios, corresponsabilidad y Codigo de la Infancia y la Adolescencia”


Febrero 11 de 2011

Al instalar este evento me gustaría compartir con ustedes la experiencia de la alianza estratégica entre el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, Regional Valle, y la Universidad de San Buenaventura Cali en el proceso de implementación del Código de la Infancia y la Adolescencia, que tuvo su inicio en el año 2005.

En estos seis años podemos destacar las siguientes acciones:

1.   Se capacitaron a grupos de agentes educativos institucionales y comunitarios en temas como el conocimiento de instrumentos constitucionales para la protección y defensa de los derechos humanos, construcción de políticas públicas para la infancia y adolescencia, prácticas de control social, diagnóstico situacional, cartografía social, veedurías ciudadanas, direccionamiento e implementación del Código de la Infancia y la Adolescencia, modelo solidario de atención a la familia y condiciones básicas del peritaje profesional, entre otros.

2.   Se realizaron asesorías y acompañamiento técnico para revisar el estado de los diagnósticos sociales en infancia y adolescencia, promoción y fortalecimiento del control social, la evaluación y la rendición pública de cuentas en la prestación del servicio público en la Regional ICBF Valle del Cauca.

3.   Así mismo, se brindó acompañamiento técnico en el diseño, evaluación y seguimiento a las políticas públicas de infancia y adolescencia a nivel municipal, dirigido a los equipos de los centros zonales del ICBF y a los integrantes de los comités de infancia y consejos municipales de política social.

4.   La Universidad desarrolló procesos de interventoría a los programas de protección infantil y acompañamiento a los profesionales de las instituciones mediante diplomados, seminarios y talleres.

Paralelo a estos procesos, la Universidad implementó cursos académicos sobre conocimiento del Código de la Infancia y la Adolescencia en los programas académicos de educación, psicología y derecho. Y ahora cuenta con un programa de Licenciatura en Educación para la Primera Infancia y líneas de investigación asociadas al tema.

El evento que nos convoca el día de hoy forma parte de este proceso de corresponsabilidad institucional, en busca del cumplimiento del objetivo del Código de la Infancia y la Adolescencia, que tiene por finalidad “garantizar a los niños, niñas y adolescentes su pleno y armonioso desarrollo para que crezcan en el seno de la familia y la comunidad, en un ambiente de felicidad, amor y comprensión, prevaleciendo el reconocimiento a la igualdad y la dignidad humana sin discriminación alguna”.

La investigación en la Universidad de San Buenaventura Cali (Los estudiantes)



Fray Álvaro Cepeda van Houten, OFM

Me gustaría comenzar estas breves palabras evocando a uno de los hermanos franciscanos que mayor renombre ha dado a nuestra comunidad, por su temprano compromiso con el pensamiento científico moderno: Guillermo de Ockham.

En esta ocasión es oportuno recordar a este filósofo que insistía, por medio de su método nominalista, en que la comprensión de los fenómenos naturales sólo es posible hacerla a través de la observación crítica que nos brinda la lente de la razón y experimentar a través de ella para poder intuir el concepto puro, óntico (de la cosa en sí). En este sentido, Guillermo de Ockham vio en la voluntad del hombre la capacidad que se requiere para comprender los designios de la naturaleza. Para ello requirió de todos sus esfuerzos racionales y de la disciplina necesaria que lo convirtieron en uno de los padres del pensamiento moderno.

Hoy más que nunca este ejemplo es válido en su método y su propuesta de hacer de la ciencia un principio que permita comprender los fenómenos sociales y físicos, de forma clara, precisa y sencilla. Lo contrario es mera especulación, en palabras de Ockham. Con esta figura me gustaría recordarles –apreciados estudiantes y profesores– que el espíritu científico humanista recorre por las aulas de esta alma máter y que sólo requiere de nuestra atención y cuidado para que florezca nuevamente con toda su grandeza y le aporte a la sociedad lo mejor de nuestros esfuerzos intelectuales.

Ustedes son un ejemplo de ello; hombres y mujeres comprometidos con el saber de las profesiones que han elegido para su vida. Con este sencillo homenaje, la institución quiere reconocer el esfuerzo y el compromiso del que ustedes han dado prueba, destacándose como los mejores de sus cursos. Más aún, este logro nos estimula a continuar con el interés de seguir creando una cultura de la investigación bonaventuriana, en un momento en que el conocimiento científico atraviesa por una profunda crisis, a pesar de que estamos viviendo, según Castell, en la sociedad del conocimiento. Un momento paradójico porque jamás el hombre en su historia había podido tener a su disposición toda la cantidad de información que hay en las redes globalizadas; pero a la vez pareciera que ante tanta información su pensamiento crítico haya sufrido una sobrecarga que lo ha dejado perplejo y nadando en un sinfín de información que no comprende o a la cual no quiere acceder. Insisto, el logro que hoy celebramos puede potencializarse y muy posiblemente hacer de ustedes unas personas comprometidas con su profesión y el saber que les ofrece esta casa de estudios, la cual sabrá agradecerles sus esfuerzos en el futuro.

Los éxitos obtenidos por su compromiso académico los obliga a continuar esforzándose por lograr mayores resultados. No hay que dormirse en los laureles. “Porque camarón que se duerme…”. Por cierto, hay que continuar con un proceso de formación académica que va más allá de las aulas y del programa curricular.

Para hacer de este bello valle una región cada día más fuerte en términos de desarrollo económico y científico, se requiere que sus gentes, y en particular sus estudiantes, asuman una responsabilidad real con su labor discente. Máxime, si en este momento estamos atravesando por una situación social que demanda del esfuerzo de sus mejores gentes, ustedes, los estudiantes que hoy nos acompañan.

Sea pues esta una oportunidad para invitarlos a que continúen mejorando su formación profesional, más allá del conocimiento que les brindan sus profesores. Para lograrlo, y a riesgo de parecer “un padre demasiado cascarrabias”, quisiera hacerles una invitación dirigida a continuar dando pasos con el objetivo de crear una cultura de la investigación en nuestra institución. Oigan, pues, algunas tácticas básicas para lograrlo:

-     Continúen fortaleciendo su formación por medio de lecturas críticas y que necesariamente no aparecen en sus programas académicos. Redescubran nuestra biblioteca.

-     No olviden cuál es su compromiso como estudiantes: estudiar y ser los mejores.

-     Asuman un hábito de lectura permanente y constante. La perseverancia es la madre de todas las victorias.

-     Pregúntenle a sus profesores más queridos cuál es la otra lectura que no aparece en el programa.

-     Vincúlense a los semilleros de investigación de sus facultades, las sorpresas intelectuales serán gratas.

-     Participen en las investigaciones de sus profesores por medio de preguntas. Desde la perspectiva de ustedes los jóvenes, sus inquietudes contribuyen a hacer más complejos nuestros interrogantes e investigaciones.

Soñemos pues con una universidad posible y comprometida con la investigación y bajo los principios que nos trazó Guillermo de Ockham.

¡Muchas gracias y éxitos en lo que resta de sus estudios!

A los buenos maestros universitarios en los que desafortunadamente casi nunca se piensa a la hora de escoger una universidad



Esta tarde, como lo ha hecho desde hace más de 30 años, la Universidad de San Buenaventura Cali presenta ante la sociedad nuevos profesionales que se han de destacar por sus altas cualidades humanas, como también por su excelente formación profesional que redundará en beneficio de los otros. Ahora bien, y a fin de exaltar la labor de quienes, aparte de ustedes, han posibilitado el que ellos estén aquí ahora, deseo en este momento referirme a los profesores. Esos maestros incansables que con su experiencia e inventiva los han llevado a un lugar privilegiado que comporta un reto y un compromiso: ser profesional en una Colombia habida de humanidad y ciencia (en ese orden).

Una universidad es juzgada, especialmente, por las actuaciones profesionales y éticas de sus egresados, por la capacidad de transferir conocimiento a la sociedad y por sus maestros; en virtud de esto se dice que esta o aquella universidad es buena o mala. De manera similar de un maestro simplemente se dice que es buen maestro o que no lo es. Por ello, cabe preguntarse sobre ¿qué características debe tener hoy un maestro universitario para ser categorizado como buen profesor? Son múltiples y poco sencillas las respuestas a esta pregunta, pero podríamos decir que el compromiso con la investigación y con la extensión es fundamental; no obstante, la agitada carrera competitiva por la productividad académica ha desdeñado un aspecto importante: el ejercicio de la docencia. La investigación es importante, la transferencia de conocimiento también lo es, pero es primordial pensar en el quehacer del profesor en el aula. En torno a ello me referiré brevemente hoy.

Y es que de un profesor se dice, como lo dije antes, que es buen maestro o que no lo es; es inevitable y hasta injusto, pero es así. Si uno lo piensa un poco, parece que cada persona recuerda a los buenos maestros o a aquellos que no lo han sido tanto. Cuando se es estudiante la pregunta es simple: ¿tal persona es buen profesor? y la respuesta es sencilla también: si o no. Esa es la realidad.

Con este marco de referencia y aun cuando algunos de los planteamientos que siguen parecen bastante básicos, me referiré –apoyándome en las investigaciones del profesor norteamericano Ken Bain (2007)– a algunas notas características de lo que hace los buenos profesores universitarios y que se aplican ampliamente también en nuestro contexto colombiano.

1.   Los buenos maestros tiene una percepción particular del como aprendemos los seres humanos, esto implica que comprenden desde diferentes disciplinas la relación enseñanza aprendizaje, no como acumulación conceptual, sino como constitución de pensamiento. Tales profesores son peritos en su disciplina, pero a la vez pueden relacionar sus conocimientos con otros campos del saber. Hacen énfasis especial en el desarrollo del pensamiento crítico, independientemente del horizonte del conocimiento en el que realicen sus prácticas docentes.

2.   Preparan y desarrollan las clases de forma diferente. No se quedan anclados a la tradicional forma del ejercicio docente, innovan constantemente, sin perder su identidad profesional. Crean un entorno de aprendizaje para el desarrollo del pensamiento crítico. Estos profesores organizan sus cursos a partir de preguntas orientadoras que resultan ser un reto para sí mismos, en términos epistemológicos, pedagógicos y didácticos. Y adicionalmente articulan la práctica docente con la investigación.

3.   Estos profesores, de los que estamos hablando, esperan de sus estudiantes algo más allá que la simple repetición de contenido. Confían en ellos y así se lo hacen sentir. No dejan que los estereotipos del como son los estudiantes de tal región o de esta carrera le impidan asumir al estudiante como otro que está allí, y que posee un contexto concreto, un contexto que le hace ser humano. Esto no significa que no sean exigentes, por el contrario, es un maestro que exige, pero lo hace dentro de horizontes razonablemente eficaces, para promover el desarrollo intelectual y el personal.

4.   Tratan a sus estudiantes como personas y no como simples depositarios del conocimiento. Permiten que sean los estudiantes quienes encuentren sus propias rutas, a fin de generar pensamiento crítico. Desarrollan estos profesores una relación de confianza con sus estudiantes, la cual se arraiga fundamentalmente en lo académico y en el buen trato. Esto no hace a los profesores menos exigentes; por el contrario, exigen mucho, especialmente porque creen que los estudiantes pueden dar lo mejor de sí.

5.   Evalúan a sus estudiantes para posibilitar el proceso de aprendizaje. Califican para generar espacios formativos donde el estudiante puede comprender sus progresos y no simplemente dejan que la evaluación sea una expresión de enjuiciamiento. De allí que las actividades evaluativas están cargadas de creatividad didáctica y reflexión pedagógica.

6.   Tales maestros tienen en su ser la capacidad de evaluarse a sí mismos, buscando siempre la opción de crecimiento personal y profesional. Revisan sus maneras de concebir la docencia, el aprendizaje, la investigación, la transferencia de conocimiento y especialmente su rol como profesores, de cara a una sociedad concreta que se debate entre lo local y lo global.

Estos puntos que he mencionado, solo son algunas líneas de reflexión para pensar la labor docente, especialmente porque un buen maestro universitario “profesa una manera de ver el mundo, un compromiso con ese mundo que él considera viable” (Barragán, 2007, p. 96), o lo que es lo mismo, se compromete con un proyecto intelectual personal e institucional por el que está dispuesto a presentar a sus estudiante los mejores horizontes de sentido para asumir la vida y la profesión. Su rol de maestro le lleva a ser exigente consigo mismo y con los otros, sin perder nunca la amabilidad, la justicia y la motivación, al mejor estilo franciscano, donde el hermano, el otro, en fin, la persona, son importantes.

Ser profesor universitario implica, también, que esa exigencia le lleva a estar en continua formación y especialmente a desarrollar proceso investigativos acordes con las necesidades de la región y del mundo, a fin de poder transferir ese conocimiento a la sociedad y generar transformaciones; eso es la extensión universitaria. Ahora bien, de paso aprovecho para invitar a que directivos, decanos y profesores aquí presentes a que pensemos sobre nuestro cuerpo profesoral y sobre cómo hemos garantizado, o no, el que estos nuevos profesionales, aquí presentes, hubiesen tenido auténticos maestros.

Queridos egresados, al terminar este ciclo formativo mi invitación muy especial es a reconocer en sus maestros –aquellos que dejan en este claustro y algunos que ya no están– a esas personas que han asumido un compromiso específico en la vida: formar a otros para el bien de la sociedad.

De seguro que cada uno de ustedes ha identificado, en las notas atrás presentadas, actuaciones de muchos de sus maestros, eso es motivo de regocijo. Regocijo para la Universidad de San Buenaventura por saberse heredera de una larga tradición en la que lo humano y el rigor académico es el centro de la formación y de la creencia; es decir, que se llega a Dios dignificando lo humano. Regocijo por saber que el cuerpo docente que ha encaminado y encaminará procesos formativos, se sabe y actúa conforme a altos ideales de rigor académico, investigación y transferencia de conocimiento; pero sobre todo ideales de comprensión de lo humano a través de la docencia.

Que Francisco de Asís y San Buenaventura iluminen este nuevo caminar que inician como profesionales y que continuamente este claustro universitario sea el lugar donde se encuentren como en casa…. y especialmente donde siempre encuentren y recuerden a sus buenos profesores.

15 de mayo


Bibliografía
Bain, K. (2007). Lo que hacen los mejores profesores universitarios. Valencia, España: P.U.V.
Barragán, D. (2007). “El maestro, la escuela y el sentido. Apuntes hermenéuticos”. En: Revista de la Universidad de la Salle, 44. 94-100. Bogotá, Colombia: Universidad de La Salle.