La ética de Enrique Dussel y su compromiso humanista (Grados USB-Cali 24 de mayo de 2012)



Ante la cada vez más agobiante crisis social y moral por la que atraviesa la sociedad contemporánea, no me cansaré de insistir en la obligación ética que tenemos de defender los principios humanistas de respeto por el otro. Este otro, que es a su vez parte de una humanidad en la que cada uno de nosotros ocupa un lugar, solo se puede realizar socialmente si los otros también son respetados sin discriminar sus condiciones sociales o cualquier categorización que la sociedad le imponga. Esta es una ética en el sentido de Levinas y su propuesta por una ética universal. Ya en otra ocasión he tratado algunos aspectos sobre esta problemática, que bien vale la pena recordar una vez más, con el objeto de proponer otras ideas que continúen en mi propósito de pensar una sociedad éticamente responsable.

En aquella ocasión, como lo recordarán algunos de los aquí presentes, mis argumentos se basaron en Hans Küng, uno de los pensadores contemporáneos que más ha aportado en la búsqueda de una ética universal, a la cual solo se llega reconociendo críticamente la diversidad cultural y sus contradicciones. En todas las culturas hay un llamado –consciente o inconsciente– por el respeto de la condición humana que se constituye en el principio primigenio de todas ellas. Existe en los musulmanes, en los judíos, en los budistas, en los taoístas y en los cristianos, por solo mencionar una de las categorías con las cuales se puede diferenciar la humanidad, a saber: las religiones. Hans Küng afirma que las leyes y las normas éticas no se pueden imponer, a pesar de que hay cierto consenso sobre el cual todas las personas estamos de acuerdo: el respeto por la vida de los otros, por su condición humana, a pesar de las guerras y demás manifestaciones violentas.

Esa es la idea que hoy quiero enfatizar y pretendo que ustedes retengan en mi propósito de aproximarme a los aportes filosóficos de Enrique Dussel, uno de los pensadores latinoamericanos más queridos y destacados dentro del campo de la filosofía contemporánea, reconocido mundialmente por sus investigaciones y escritos sobre ética, filosofía política y particularmente por sus esfuerzos por crear una filosofía latinoamericana en diálogo con la tradición cultural e intelectual europea. Quien, como uno de los fundadores de la filosofía de la liberación, ha mantenido un diálogo permanente con Karl-Otto Apel, Gianni Vattimo, Jürgen Habermas, Richard Rorty y Emmanuel Lévinas, filosos humanistas comprometidos con la búsqueda de una ética humanista. Ha publicado más de cincuenta libros y cuatrocientos artículos sobre filosofía, política, historia y religión que han sido traducidos a varios idiomas, lo que convierte en uno de los más destacados pensadores del siglo XX en la corriente de una filosofía de la praxis y el pensamiento crítico.

En su búsqueda por una ética universal sostiene que:

[…] una ética universal tiene la obligación de producir, reproducir y desarrollar la vida humana concreta de cada sujeto en comunidad. Este principio tiene pretensión de universalidad. Se realiza a través de las culturas y las motiva por dentro, lo mismo que a los valores o las diversas maneras de cumplir la vida buena, la felicidad, etc… Pero todas estas instancias no son nunca el principio universal de la vida humana. El principio las penetra a todas y las mueve a su autorrealización. Las culturas, por ejemplo, son modos particulares de vida, modos movidos por el principio universal de la vida humana da cada sujeto en comunidad, desde adentro.[1]
En sintonía con Küng y los grandes filósofos de la modernidad, Dussel considera que todas las personas poseemos los principios primigenios o fundantes que permiten el desarrollo de la vida. Al corriente de esta lógica no todo está perdido, hay esperanza y para sostenerlo remonta su análisis a los griegos, al Medievo y a la Modernidad. En los filosos que analiza descubre que todos tienen en una idea en común: la búsqueda de un universal que explique por qué el hombre a pesar de sus ambigüedades y contradicciones, coincide en la producción, reproducción y desarrollo de la vida humana. Esta búsqueda le permite a Dussel sostener el argumento de que todas las personas poseen las calidades para ejecutar acciones éticas en defensa de la condición humana; no de otro modo se explicaría cómo la humanidad ha logrado sobrevivir a las catástrofes y a las crisis que ha vivido durante toda su historia. El sentido primigenio de la vida –según Dussel– radica en el respeto por el otro, aunque reconoce que en algunas culturas y épocas este otro estuviera referido solamente a los dominadores.

El propósito de Dussel luego de este análisis, es la defensa de una ética crítica y humanista. Su propuesta llega hasta el punto de afirmar que el hombre debe hacer el bien a pesar de su propia felicidad (Dussel, 1998, p. 132); sin embargo, cabe aclarar que no es mi propósito llevar a cabo una larga elucidación de la idea dusseliana por la que más ha sido reconocido, a saber, su convicción absoluta en una ética de la liberación latinoamericana, esa sería materia de varios semestres de filosofía latinoamericana y no deseo convertir esta solemne ocasión en una clase magistral, aunque no puedo dejar de pensar que en los actuales momentos ello no estaría de más, puesto que a nuestros profesionales y políticos nos les caería nada mal unas clases de filosofía y si insistimos en divagar por esas honduras, no solo serían necesarias las clases de filosofía, sino también de historia, ética, civismo y solidaridad y en los casos más extremos, hasta de sus propias profesiones. Pero no. Mi propósito es más sencillo y consiste en retomar solo la idea de un ética universal en la que prime el respeto por el otro, por la producción, reproducción y desarrollo de la vida humana.

Ante las críticas a sus argumentos por ideales o especulativos, Dussel recurre a la ciencia contemporánea para comprobar que la ética es una de las manifestaciones más sofisticadas de la condición humana. Para ello se apoya en la neurobiología, disciplina que ha demostrado mediante técnicas de neuroimagen que el sentido de lo ético es también biológico y estaría presente en la fase más desarrollada del cerebro:

Nosotros en cambio, con la neurobiología actual, afirmamos que, en efecto, la evolución produce las condiciones cerebrales para que pueda darse la posibilidad de fundamentar dialéctica y materialmente el fenómeno ético (que se establece en el nivel de las funciones mentales superiores del cerebro, en procesos lingüísticos y culturales bien determinados y desde un principio material universal (Dussel, 1998, p. 104).

Con esta afirmación, Dussel no quiere dejar ningún cabo suelto para reafirmar que los principios éticos estarían refrendados biológicamente y serían un medio para la sobrevivencia de la especie humana; es decir, genéticamente estaríamos programados para vivir comunitariamente.

Otra idea que quisiera destacar de este pensador, máxime en estos momentos de felicidad aparente producida por la satisfacción en el consumo, es la crítica que hace al utilitarismo como expresión filosófica del capitalismo. A través de esta censura, nuestro filósofo busca superar la idea de que todas las relaciones humanas están fundamentadas en relaciones utilitaristas mediadas por el interés individual en la búsqueda de una felicidad aparente:

[…] el utilitarismo se mueve en un círculo abstracto de la razón instrumental, donde es la felicidad y donde los medios para alcanzarla son calculados formalmente, pero siempre dentro del mercado capitalista como horizonte. No se descubre todavía un principio material universal de la ética, sino la mera felicidad subjetiva (aunque material) del consumidor (Dussel, 1998, p. 110).

En otras palabras, Dussel afirma que la idea vendida actualmente de que la felicidad radica en el consumo es aparente, a pesar de los esfuerzos de Jeremías Bentham, John Stuart Mill y sus continuadores más recientes: Heinrich Edler von Mises Ludwig y Friedrich August von Hayek, quienes sostenían por todos los medios que tuvieron a su alcance (cada uno a su manera y en su contexto) que el hombre es feliz en la libertad absoluta del mercado. Ante ello, Dussel es contundente en afirmar que esta idea está basada en el falso argumento de una razón instrumental antihumanista y concluye:

[…] que el actuar humano siempre y necesariamente tiene como contenido de su acto alguna mediación para la producción, reproducción o desarrollo autorresponsable de la vida de cada sujeto humano en una comunidad de vida, como cumplimiento material de las necesidades de su corporalidad cultural (la primera de todas el deseo del otro sujeto humano), teniendo por preferencia última a toda la humanidad […] (Dussel, 1998. p. 132).

Para concluir, quisiera explicar que estas ideas las presento en este escenario porque considero junto con ustedes, que en la actualidad nosotros, como pertenecientes a la comunidad bonaventuriana, estamos en la obligación de luchar en defensa de una ética crítica humanista. En efecto, a pesar de los actuales momentos (o por eso mismo), es importante recordar que la condición humana está por encima de los metarrelatos y los sistemas económicos que venden la idea de que todo vale para realizarse. En palabras de Hanan Arendt: “El hombre no puede ser libre si no sabe que está sujeto a la necesidad, porque la libertad que ganó siempre fue un intento de liberarse de la necesidad”. Las palabras de esta pensadora abren la puerta al pensamiento crítico desde una perspectiva humanista y eso es lo que esperamos de ustedes, mis estimados graduandos.


[1].     DUSSEL Enrique (1998). Ética de la liberación en la edad de la globalización y la exclusión (p. 91).

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